1969 fue el año que más vinculación tuvimos y más tiempo compartimos. El primer curso de pilotos privados de ese año, sumaba 7 alumnos a los que Robetto debía enseñar a volar.
Pero, se entiende, Robetto estaba cansado de enseñar ochitos. Sin embargo creo que necesitaba seguir con sus alumnos, no por razones económicas, sino porque me da la impresión de que deseaba generar extensiones de su vida.
Así fue que un buen día, charlando en el Aero Club, me pregunta :
- Bertram, Ud. quiere volar ?
- Encantado Robetto !
Cualquiera comprenderá lo que significa para un estudiante universitario de por sí totalmente justo de dinero, el costo de una hora de vuelo.
- Bueno, mire, a ésta altura de mi vida tengo la justa paciencia cómo para enseñar la maniobra. Ya no la tengo para estar ahí arriba mientras practican. De modo que estuve pensando que yo la enseño y luego Ud. vuela con ellos mientras practican. Cuando la saquen bien me avisa y yo los controlo. Ud. así puede volar y yo le voy a anotar esas horas.
Así fue cómo me convertí en Instructor “novel”. Me gustaba mucho volar con los alumnos, y además, cada uno de ellos, tenían que hacer antes de rendir examen, una navegación (volar por ejemplo de Balcarce a Tres Arroyos u otra distancia similar y volver), navegación en la que yo los acompañaba.
Robetto me había dado la oportunidad de volar y también de acumular experiencia y sumar horas de vuelo.
En junio de 1969 (30-06-69) Pino tenía que habilitar dos Aeroncas suyos en San Fernando, Buenos Aires.
Todos los aviones tienen un período de habilitación de planeador y motor (por ejemplo 1000 horas cada uno), y a su vencimiento existe la obligación de volver a un Taller habilitado para que lo inspeccionen, y, si todo está bien, volver a habilitarlos por una cantidad de horas que determina quien lo inspecciona, o bien, si no está en condiciones, obligar a repararlo.
Debo comentar que los Aeroncas de Robetto en epoca de campaña dejaban mucho que desear! Estado y condición casi pecaminosa, sucios de fumigar, despintados, alguna atada con alambre de fardo (aunque algún piloto que lea esto lo dude, efectivamente así era). Únicos en la República Argentina. Cualquiera que frecuentara Balcarce podrá ratificar lo que digo.
Sin embargo tenían una buena condición, similar a otras aeronaves más elegantes : volaban y bien ! ... aunque cuando fumigaban daba miedo mirarlos, y más tocarlos !
Pero para Robetto, así cómo era en su aspecto cuando entraba en campaña, así eran sus aviones. Para él lo externo sin ninguna duda no era una cuestión importante. Para Robetto, me daba la impresión, la seguridad no pasaba por el aspecto del aparato, cómo tampoco ser Robetto pasaba por el saco y la corbata. Tenia conocimiento, experiencia y capacidad para volar en cualquier situaciòn y resolver problemas.
Y a Robetto, por otro lado, siempre fue muy difícil que lo entendieran aquellos pilotos que no fueron formados por razones belicas.
Robetto tuvo su origen cómo piloto en una guerra, lo que ya le estampa características muy particulares. Se convirtió en un as, con merecidas condecoraciones, fue piloto de prueba de los alemanes, y se jugó la vida varios años, todos los días, por su Patria primero, por Alemania después.
Así las cosas con el estado de sus Aeroncas. Robetto necesitaba rehabilitar dos de sus aviones el LV-FRC y el LV-FLZ. Me invita a acompañarlo, el volaría el primero y yo el segundo.
Salimos ese 30 de junio de Balcarce bien tempranito para San Fernando. Era muy típico de Robetto, ni hablar mucho, ni dar muchas explicaciones. Docencia brevísima.
Sin conferencias previas, sin planes de vuelo, sin cartas de navegación, todo se resumió a lo siguiente :
- Bertram usted me sigue, entendió ?
Muchas veces pensé cómo fue nuestra relación. Era duro sin perder sensiblidad, aunque a parezca una definición contradictoria. De pocas vueltas. En lo que a mí respecta, además de admirarlo y gustarme su forma de ser, supongo, confió siempre en que haría las cosas bien, aunque no me las hubiera explicado.
Despegamos. Voló a ras del suelo. Sígame era el plan, pero nunca había yo hecho esto. Saltó el primer monte, la primera línea de electricidad, bajó de nuevo. Yo pensaba cuando subiría para estar más tranquilo ... Pero no subió nunca. Todo el vuelo hasta los suburbios de Buenos Aires fue así, pegadito al suelo. Y yo, sígalo, sígalo !
Con las primeras casas comenzó a trepar. Cada vez más alto. Cómo siempre lo tenía arriba del horizonte, lo veía perfectamente y lo seguía muy bien. Pero yo era un "sabio inexperto" de la aviación.
Cuando niveló yo pasé de largo, y más alto que él, lo perdí, lo confundí porque me quedó debajo de la línea del horizonte, con un mar de casas y edificios oscuros, allá abajo. No lo veía ! Qué susto !
Reduje motor, palanca a fondo adelante, picada ... hasta que lo encontré. Allá iba, otra vez sobre el horizonte. Respire de nuevo pero temblaba de susto de volver a perderlo. No tenía ni la más mínima idea de donde estaba, ni adonde iba.
Buenos Aires, para los que fuimos por primera vez en una aeronave tan elemental aterra. Ademàs había mucho tráfico aéreo. Aviones por aquí, aviones por allá. No teníamos radio para comunicarnos...solamente medidores de presión de aceite, temperatura !
Otra vez lo perdí cuando comenzó a descender. Pero ésta vez yo iba con todos mis sentidos puestos. No era cuestión de que me ocurriera de nuevo lo mismo. Lo reubiqué mejor que antes, pero además al ratito vi la pista, extraordinario instante en el que recuperé el heroísmo perdido.
Aeropuerto San Fernando
Aterrizamos. Me temblaban las piernas. Le expliqué. Se reía.
- Bertram, usted me espera aquí. Yo voy a la torre a dar entrada.
En Argentina todo se puede. Pero a parte, tanto los que firmaron la habilitación de los Aeroncas todos lo conocían a Robetto, desde el Edificio Cóndor hasta el último empleado de San Fernando. Robetto era ùnico para llevarse bien con los que quería!
De todas formas esperé cómo una hora, a los dos Aeroncas nadie vino a verlos, y nos volvimos a Balcarce con todo en regla.
Esta vez volamos alto. Nuestra última escala fue Tandil. Ya a ésta altura yo tenía hambre, pero Robetto cuando salía le atacaba una indiferencia gastronómica, y pensaba que todos éramos iguales !
- Bertram, quiere comer algo ... ?
- Nos vamos a quedar a dormir aquí Robetto ?
- No, no se anima a seguir ? Va a estar un poco oscurito ...
- Mejor no comemos nada Robetto. Vamos a llegar de noche y yo cómo aterrizo ?
- Usted trate de seguirme. Cuando lleguemos vamos a dar una vuelta arriba del bar y nos van a poner un coche en la cabecera con las luces prendidas.
Así seguimos, no medio oscurito sino oscuro del todo. Llegamos de noche. Para Robetto noche, día, derecho o revés, era todo igual. Para mí comprenderán que no. Pensé : aquí rompo todo el Aeronca !
Vuelta, coche, luces. Aterrizó Robetto. Luego con más miedo que coraje descendí yo. Varios patitos, pero no rompí nada.
Para Robetto había sido un día más y tenía sus aviones habilitados. Para Bertram no. Se me caían los pantalones, de hambre y de susto. Fue un gran día. Se mezclaron el orgullo, la satisfacción de haber estado en Buenos Aires (!), el miedo, los sustos, las novedades. Todo junto, pero inolvidable.
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