Cuando me llevaba en su Chevrolet 400, en el bar del Aero Club, o cuando venía de noche a charlar y tomar café a casa, siempre me contaba algo sobre su pasado, sobre su familia, o hacía algún chiste, o contaba alguna jugosa anécdota,, o me hacía hablar de mi familia y de mis estudios.
Cuando llegó a la Argentina , contratado como conté para una función que termina sin ton ni son, vivía en una pensión en Buenos Aires. Los dueños tenían una hija que se llamaba Ester. Pino y Ester se enamoraron, pero no se podían casar porque no se por cual razón de la condición humana, suele ocurrir muy a menudo, que a los padres no les gustan sus futuros yernos o nueras.
Pero Pino como hemos visto no era de los que abandonan una misión, por riesgosa o difícil que parezca. Así que resolvió esta cuestión de la manera más simple : se casaron .... pero en secreto ¡! Y vivían en piezas a parte. Y fueron felices. Y sus suegros, que no sabían que eran sus suegros incrementaron la familia con un yerno muy particular ¡!
Como el Estado le pagaba sueldo de Instructor Militar pero nadie sabía decirle que hacer, se aburría. Y Pino no era de estar quieto. Se empleó como obrero en Atma. No duró mucho. Producía dos o tres veces más por día que lo convenido por el Sindicato y la Empresa. En el baño, el Sindicato, le explicó que su exceso de producción los afectaba a todos y que tenía que producir menos. Renunció.
No se como llegó a Mar del Plata y Balcarce. De todas formas sus primeros trabajos de fumigación los hizo como piloto contratado por una consignataria de hacienda de Balcarce.
El trato incluía que el Gerente de la consignataria, todos los días cuando Robetto volvía de fumigar, debía buscarlo al aeródromo. Antes Robetto le hacía una pasada por sobre los escritorios.
Un buen día, luego de la pasada de rigor, larga espera en el bar del Aero Club, el buen Gerente no vino. Se hizo de noche y Robetto se fue a Balcarce (unos 6 Km .) caminado.
Al día siguiente el Gerente se deshizo en disculpas :
- Me olvidé Robetto ¡! Discúlpeme ¡!
Pero el señor Gerente no sabía quién era Robetto. Acumulaba pacientemente las deudas de sus clientes, hasta que – siempre – algún día las cobraba.
Y al señor Gerente le llegó el día y a Pino la oportunidad de cobrarla. Le pidió el primero y accedió el segundo, llevarlo en el avión a revisar hacienda arriba de una sierra en Puerta del Abra. Aterrizaron en un camino allí arriba.
Puerta del Abra
El señor Gerente partió caminando a revisar la hacienda mientras Robetto lo esperaba en el avión. Cuando no lo vio más... voló. Voló a Balcarce de nuevo. Y el señor Gerente llegó recién al día siguiente con los pies ampollados, convertido en alpinista, exaltado, enojado, enfurecido con Robetto. Pino, ácido, irónico y sonriendo...
- Me olvidé señor Gerente que usted estaba allí. Me olvidé. Discúlpeme.
Y el señor Gerente nunca más se “olvidó” de buscarlo del aeródromo.
De la guerra me contó unas pocas cosas, pero suficientes como para descubrir algunas facetas de su personalidad y de la crueldad de la guerra.
Su primer accidente lo tuvo al poco tiempo de aprender a volar. Quiso, sin experiencia, hacer una chandelle sobre la pista a baja altura. Cuando llegó arriba a en la maniobra, no supo bien como seguía. Resultado según su foja de servicios “... fractura de tercera vértebra lumbar, hueso nasal, lesiones de continuo en el rostro y en los miembros, resentimiento pleuro derecho, contusión en la rodilla derecha...”.
Suspendido. Proceso verbal... pero vino al fin la guerra e Italia necesitaba pilotos.
Su primer combate fue sobre Malta. Habían volado muy obedientes detrás del Jefe de Escuadrilla. De pronto todos se desparramaron por el aire. Todo duró segundos. No había visto nada. Todo había sido muy rápido. No sabía bien donde estaba, había quedado solo. No sabía navegar muy bien, pero, con el combustible justo llegó de nuevo a su aeródromo.
Dormían en piezas de a cuatro. Cuchetas dobles. Casi todas las misiones le ponían uno, dos y hasta tres compañeros nuevos. El sobrevivía.
Norte de África. Combate aéreo. Es derribado pero consigue aterrizar en el desierto. Baja de su avión justo que un piloto inglés hace una pasada para rematarlo. Pero curiosamente no le tira. Donde esconderse en un desierto ¿? Pragmatismo de Pino: se sentó en la arena a esperar el final.
El inglés hizo una pasada, otra y otra pero.... no tiró. Le hizo un saludo con los planos y partió ¡ Sin dudas los dos habrán pensado tantas cosas en una situación tan particular. Pero también nos muestra la otra cara de la guerra : hubo actos de caballerosidad desconocidos, de hombría, de respeto e hidalguía en medio de tanta miseria.
Durante una licencia tomó un avión y partió a su pueblo natal. La gente y su familia lo recibieron como un héroe. No era para menos por cierto. Gran alboroto, mujeres, niños, ancianos, todos juntos a recibir a Pino ¡!
Italia se rinde. Robetto no. Había jurado fidelidad hasta el final. Quería a su Patria, admiraba a Alemania y la claudicación, además de ser parcial, no entraba en su cabeza. Toma un avión y junto a otros camaradas vuelan a Alemania.
Adolf Galland
Entre otras misiones, Adolf Galland (General Alemán, 19.03.1912 + 09.02.1996 ) le hace volar un prototipo del Me-163-Komet como piloto de pruebas.
Me-163 Komet
Contaba también como los ingleses tiraban desde aviones juguetes-bombas por toda Alemania. Los niños los tomaban y explotaban. Miserias de la guerra.
Cuando finalizó la guerra, viajando en un colectivo por Roma, en medio de tanta destrucción, Pino escuchaba el siguiente diálogo entre los pasajeros :
- Mire usted que destrucción provocaron los fascistas ¡!
- Pero mire chofer aquello ¡! Malditos fascistas ¡!
Todos así por el estilo. Robetto muy callado. Hasta que un pasajero se dirige a él.
- Diga usted ... no dice nada de tamaña destrucción de los fascistas ¿?
- Mire – contesta Robetto – en Italia hubo solamente dos fascistas, Mussolini y yo ¡!
Nadie dijo más nada. Toda Italia fue fascista. Pero Robetto estaba dando una lección al género humano de ese colectivo. La debilidad de espíritu y carácter provocan que el hombre común esté con los vencedores. El fue y siguió siendo el mismo. No tuvo dualidades.
También le gustaban las bromas y los chistes. Así una noche tomando un café me plantea :
- Bertram ... UD. no se acostaría con otro hombre ¿?
- ...!!?? Ehh ¡! Robetto, que me dice ... no, de ninguna manera ¡!
- Pero ... piense que a usted le pagaran mucho dinero.
- No tampoco Robetto, por ninguna plata.
- Pero suponga que le pagaran cien mil dólares ...
- Y .... no, tampoco Robetto.
- Y sí, suponga, y suponga que es cierto, le pagaran doscientos mil dólares ¿??
- Y bueno ... no sé ... habría que ver ... habría que pensarlo ....
- Vio Bertram, lo que faltan no son homosexuales. Faltan capitalistas.
El tema arrancó con los homosexuales. Pero era un chiste profundo. Era la verdad sobre la debilidad del ser humano y su exposición, de acuerdo al precio, a la corrupción. No existe persona ni actitud que no tenga precio. No existe vinculación entre intelectualidad, profesionalidad, elevación cultural o espiritualidad con capacidad de abstracción a la corrupción.
El hombre, me enseño Robetto con esta broma, es corruptible. El grado e intensidad de la tentación estará dado o vinculado al precio que se ofrezca, y determinará en algún punto que se pueda convertir en corrupto.
Y no solamente chistes o bromas, muchas veces cultura. Sabía muchísima historia, tanta que no puedo contar ni una línea de lo que hablábamos. De Grecia, de Roma, de Italia, de Alemania.
Tenía criterios pragmáticos. Sabía de las cosas de la vida por experiencia más que por estudio. Así un buen día me dice :
- Bertram, usted nunca será libre si no tiene independencia económica.
Cuanta verdad ¡! Para mí, para cualquiera, para una Nación. Y por esa independencia económica, creo yo, que tanto ha luchado en su vida, para que su esposa, sus hijos y nietos puedan ser libres. Libres de hacer y pensar como les guste. Libres como fue el en su vida.
Fue una persona riquísima en vivencias. Extraordinaria para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo. A quienes quiso, los quiso de verdad. Tuvo una vida ejemplar, digna de ser imitada por cualquiera que pretenda ser una persona de bien.
Finalmente digo, dejó una familia numerosa que puede estar orgullosa de el, de su sangre, que corre por las venas de ustedes, porque es sangre de un hombre digno al que finalmente su Patria y yo –en nombre de todos aquellos que lo conocieron , quisieron y coincidan conmigo- tratan de rendirle el homenaje que merece.
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