viernes, 13 de enero de 2012

LOS AERONCAS (Champion). La adaptacion.



            Poco a poco, con una excusa o porque verdaderamente podía ayudarle, comencé a estar más tiempo con Robetto.
            A la mañana iba a la Facultad, y a la tarde, cuando no tenía trabajos prácticos, lo buscaba por el Aero Club para ayudarle o estar con él.
            Robetto tenía por esas épocas 3 Aeroncas y un Pawnee. Sus principios los había hecho con los Aeroncas, comprando uno, dos y tres, y sin vender ninguno, llegó al Pawnee.
            El, recuerdo, llegó a fumigar alrededor de 50.000 hectáreas por año y solo. Eran años buenos para los aeroaplicadores, por la cantidad de trabajo, pero se aplicaban grandes cantidades de DDT, insecticida clorado de alta peligrosidad, hoy prohibido.
            Había yo terminado el curso de Piloto Privado, tenía 7 horas cómo piloto, y Robetto me adaptó al Aeronca del Aero Club Balcarce (LV-FXG).
            El Aeronca tenía más potencia (90 HP) que el J3 (65 HP) y además se volaba del asiento delantero. Podrán imaginar la alegría que yo tenía y lo ancho que estaba de poder volar un Aeronca ! Porque comparado con el J3, a quien con tanto cariño recuerdo, era todo un avión.
            El Aeronca fue para mí cómo la primer novia, el avión que más volé, el que más quise y con el que más cómodo me sentía.



            Debo contar que Robetto nunca se había llevado muy bien con las Comisiones del Aero Club. Con algunos se llevaba bien, y en algunas épocas también. Pero en términos generales las cosas eran tirantes, y, simplemente, se toleraban.
            Y creo que no era una cuestión de Robetto. En general es una constante entre comisiones de aeroclubes y aeroaplicadores. Son concepciones, formas de vivir, volar, trabajar y convivir con los aviones distintas, que tarde o temprano, olores desagradables para unos y agradables para otros (porque para los que hemos fumigado nos parece increíblemente agradable por ejemplo el olor a 2,4-D ! y para otros es pestilente) que generan una relación difícil hasta, a veces, el divorcio total.
            De todas formas, y más allá de ésta circunstancia, a Robetto hasta el más acérrimo enemigo lo respetaba.  Y muchos más aún, silenciosamente, lo admiraban.
             Así las cosas, yo ya había volado varias horas con el Aeronca. Una noche que me había invitado a cenar en el Restaurante San Martín -su reducto gastronómico- me pregunta :
            - Bertram, mañana a la mañana tiene clases ?
            Por supuesto que yo tenía clases, pero valía la pena arriesgar una negativa para ver de qué se trataba, porque Robetto por algo interesante me lo preguntaba.
            - No.
            - Bueno, mire, tengo que hacer una sola carga en Miramar. No me conviene mandar un equipo de tierra por una carga. Así que si Ud. puede, vuela con el Aeronca del Club, aterriza en la pista de Miramar, y allí hace dedo o toma  un colectivo, va hasta el lote que queda al lado de la ruta, y me lo marca.
            Qué alegría tenía yo ! Iba a volar gratis, pero por sobre todo con un motivo útil, y le tenía que marcar un lote a Robetto ! Me sentía todo importante.
            A la mañana siguiente fuimos juntos al Club, sacamos el Aeronca, nafta,  plano del lote, instrucciones para marcar y parto chiflando bajito.



Aero Club Miramar

            Llegué muy bien a Miramar, dejo el Aeronca, voy a la ruta, dedo, dedo, dedo ... nadie para. Colectivos ... ni uno. Robetto iba a llegar a las 11 de la mañana al lote. Eran las 10:30 y yo estancado. Las 10:40 igual. Yo estaba histérico. Yo no podía fallar. Me era impensable que Robetto llegara al lote con el Pawnee lleno y yo  haciendo dedo !
            Corrí al Aeronca, puse en marcha y volé al lote. Aterricé en el asfalto (mi primer pirateada), dejé el avión en la banquina, eran las once menos cinco, corrí, salté el alambrado, sentía el Pawnee que venía ... llegamos juntos ! Lo único que pensé fue : así se hace  ! No hay problemas que no tengan solución....  el fin justifica los medios.
            Robetto fumigó todo el lote y regresó a Balcarce. No hubo señas, ni saludos, nada. Pero bueno, al fin pensé hice todo bien. Caminando, satisfecho, contentísimo, volví al Aeronca, decolaje y a Balcarce.
            Voy al bar, mi cara cómo una juguetería, contento de haber cumplido, orgulloso de haber inventado cómo no fallarle a Robetto. El, parco, muy serio.
            - Bertram, quién lo autorizó a aterrizar en el camino ?
            - Mire, me pasó esto y lo otro ...
            - Bertram, Ud. ya sabe que mis relaciones con la Comisión no son de las mejores, aunque yo sea el Instructor.
             - Si ellos se enteran que Ud. aterrizó en un camino por un trabajo mío las cosas van a andar muy mal. Y usted tendría que haber hecho lo que le pedí y no otro invento. Así que primero usted no va a abrir la boca, y segundo, está un mes suspendido y no puede volar. Entendió ?
            Así era Pino. Correctísimo. Y, ante mucho asombro de todos porque yo no volaba, me ofrecieron que lo hiciera a crédito. Explicaba que no sólo era falta de dinero, sino además, que gracias, que no deseaba endeudarme más, puesto que debía la Facultad, el almacén ...
            Quince días más tarde Robetto me levantó la suspensión. Quizá ese día aprendí a obedecer una orden. Pero aún hoy estoy contento con lo que hice. Otra solución no había, y Robetto lo sabía porque fue cierto que nadie me llevaba. Y si lo hecho hubiera sido con un Aeronca de su propiedad, en vez de suspenderme habría dicho que lo había hecho muy bien.
       

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